Resiliencia
Me pido volver al 2020

Vivimos inmersos en una continua prueba de fuego para poner en práctica nuestra capacidad resiliente.
Desde febrero del año pasado, los ciudadanos estamos sometidos a situaciones tan adversas e inesperadas, que emocionalmente a tod@s nos están pasando factura. Está claro que a algunas personas más que a otras, es evidente que a cada cual, de una forma diferente, pero nadie somos ajenos a las consecuencias de tanta sinrazón.
Brindamos por un 2021 lleno de esperanza
Todos deseábamos brindar por el final de un 2020 cuanto menos atípico, difícil, duro, y con esa ilusión encaramos la última noche del año pasado. Todos confiábamos que por muy mal que pudiera ser este 2021, no podría superar lo vivido y vivenciado en el ya conocido como año del #covid. Qué equivocados estábamos…
El nuevo año ha comenzado apuntando maneras, dando señales de que el mundo está enfadado con la humanidad, que hay algo que seguimos haciendo mal, y no queremos verlo, y lo peor, es que me temo seguimos empeñados en hacerlo aún peor que mal.

El asalto al Capitolio en los EEUU, motivado por el legado de un gobierno que nunca debió producirse, las nuevas cepas de este maldito covid y sus dañinas consecuencias a nivel mundial, la catastrófica y precipitada difusión de una vacuna que lo único que esconde es lo de siempre, intereses económicos y políticos, y en las últimas semanas, catástrofes naturales como #Filomena y sus nevadas antológicas, explosión en edificios y ahora el continuo devenir de #seismos en Granada, que tienen en vilo a toda la población granadina, y en especial a los vecinos de la Vega del Genil, nos invita a pensar que hay que tener una alta capacidad resiliente para no salir trastocado de tanta presión, de tanta adversidad, de tanto obstáculo.
Y me pregunto ¿Quién es tan fuerte para poder hacerlo? Todo suma, y lo malo suma el doble que lo bueno, y ya son demasiadas cosas malas a sumar en nuestro bagaje en los últimos 12 meses. ¿Cuánto bueno no tendría que pasarnos para poder contrarrestar tantísimo daño emocional?
“Todo suma, y lo malo suma el doble que lo bueno”

Consejos para ser más resilientes
Voy a intentar dar unos mínimos consejos para que mejoremos nuestra capacidad para afrontar todas estas situaciones excepcionales que nos están sobreviviendo, con el ánimo al menos de insuflar algo de aire, ante tanta fatiga emocional.
- Busquemos el apoyo en nuestra familia y amigos. Ahora más que nunca, ir de héroes no nos llevará a ninguna parte. Recordemos eso que siempre se dijo, la unión hace la fuerza.
- Aceptemos que las situaciones son como son y poco o nada podemos hacer para cambiarlas. ¿O acaso podemos impedir que ocurran los terremotos? Si tan siquiera tenemos la capacidad de predecirlos, cómo pensar en poder eliminarlos…
- Evitar ver la situación como algo insuperable. A menudo, no podemos cambiar los hechos, pero sí la forma cómo los interpretamos y respondemos a ellos.
- Desahoguémonos, contemos como nos sentimos, ya sea por teléfono, en persona -si la situación de la pandemia te lo permite-, pero no nos quedemos el “miedo” dentro, saquémoslo fuera.
- No nos quedemos paralizados. Si podemos hacer cosas para evitar o paliar las situaciones, ¡¡¡hagámoslo!!! Por ejemplo, tomar medidas para evitar contagios, pero intentando hacer la vida lo más normal posible, -respetando siempre las normas y recomendaciones médicas-; o intentar normalizar horarios y rutinas para aquellos que venimos sufriendo continuas sacudidas de tierra en nuestros lugares de residencia (cuanto menos atención le prestemos, menos importancia le daremos). Es importante intentar dormir en nuestras camas, hacer vida en casa, no estar continuamente visionando webs con información sobre los últimos terremotos que han sucedido, etc.
- Desarrollar confianza en nuestro instinto y en las propias capacidades para resolver problemas. Fomentar una imagen positiva de uno mismo y aprovechar estas situaciones para conocernos mejor. Al final de todo esto hay que intentar sacar un aprendizaje para el futuro. Se trata de hacernos más fuertes.
- Ver las cosas en perspectiva. Tratar de considerar las situaciones estresantes en un contexto más amplio y con cierta objetividad, evitando hacer una montaña de un grano de arena. Todo ello, aderezado de una actitud lo más positiva y optimista posible. Desde el negativismo, las soluciones casi siempre son problemas, no soluciones.
- Por último, a algunas personas les ayuda escribir acerca de sus pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con las situaciones traumáticas que les ha tocado vivir o aquellas que les generan un alto nivel de estrés. Hay a quien la meditación y las prácticas espirituales les resulta de gran ayuda. Un blog, redes sociales, o incluso hacer pequeños relatos que luego podrás leer años más tarde, te ayudarán ahora mismo a despejar miedos y afrontar de una forma más eficaz el estado de impotencia por el que estamos pasando.
“Desde el negativismo, las soluciones casi siempre son problemas, no soluciones“
