Éxito o fracaso. Tú eliges, y sobre todo, tú decides.
No existen fórmulas magistrales más que en las farmacias y laboratorios químicos. Al éxito sólo se llega con esfuerzo, y claro está, al menos con ciertas dotes de inteligencia. Ahora bien, quizás no tenga la fórmula para el éxito, pero si una que a buen seguro te llevará directo al fracaso: no ser tú mismo y tratar de complacer a todos.
Ambición o éxito
Hay por desgracia muchas personas en nuestra sociedad, que confunden el éxito con la ambición, que creen que al éxito se puede y debe llegar a cualquier precio y de cualquier forma, y qué quieren que les diga, eso es todo menos éxito, póngales ustedes el nombre que crean más conveniente… a mí a primera vista se me ocurre alguno que otro.
Lo más triste de esta historia es que quizás nosotros como padres, estamos educando a nuestros hijos en unos valores muy parecidos a estos que intento describir en el anterior párrafo. La espera, la impaciencia, la ley muchas veces del mínimo esfuerzo, están llevando a nuestros infantes y a nuestras generaciones futuras, a pensar que al éxito se puede llegar de una forma fácil, y a veces hasta “macabra”. Trabajar la espera sigue siendo la asignatura pendiente de las generaciones de padres de los 80 en adelante, y las consecuencias de ese déficit, están empezando a asomar ahora con toda su magnificencia.
El éxito como escaparate social
Quien tiene éxito no presume de ello, no necesita que se lo reconozcan, tan siquiera lo busca, simplemente aparece, existe, porque hace las cosas correctamente y en muchos momentos siguiendo su instinto.

Es cierto que en la vida hay que utilizar la razón, la inteligencia, pero ésta, muchas veces se encuentra también en nuestro sentir, en cada uno de los latidos de nuestro corazón. Hay muchas decisiones en la vida que debemos tomar escuchando a ese corazón, a esos latidos, porque a la larga es lo que nos hará felices, y esa felicidad es más probable que te lleve al éxito, que no al fracaso. Si se dan cuenta, es un tema de elección, de decisiones a tomar en la vida. Pero por supuesto, nadie dijo que esto fuera sencillo, porque no lo es.
Eso que siempre se ha llamado intuición, instinto, pálpito, a veces cobra un sentido transformacional de nuestra conducta, a veces es el impulso que necesitamos para tirarnos desde el trampolín situado a 5 metros de altura y darnos cuenta que al caer al agua, salimos nadando con total normalidad, pero con un aprendizaje más en nuestro interior, saber que hemos superado un miedo y dificultad.
Nunca te rindas
La perseverancia y la lucha serán tus mejores armas en la búsqueda del éxito en tu vida. Hay que ser firmes y decididos a la hora de alcanzar la meta, no debemos rendirnos ni dejarnos chantajear por el camino más fácil o por la decisión más llevadera. Fórmate, ilústrate, rodéate de gente positiva de la que puedas aprender, y descarta a todo aquel que sólo busca en ti un interés, porque al final tú éxito será su éxito, y probablemente nunca sepa reconocértelo, ni tan siquiera se moleste en pensar que ha de hacerlo.
Sé el protagonista de tu vida, de tus sueños, de tus deseos, de tus acciones, y no dejes que los demás lo hagan por ti. La complacencia eterna sólo debería existir en otro mundo, en otra forma de entender la vida, pero en nuestra sociedad actual es inútil pensar que el día de mañana quién recibió de ti, estará dispuesto a ofrecer tan siquiera la décima parte de lo que tú le diste, así que sé realista y vive el presente, vívelo como si no fuera a existir un mañana, y aprende a pensar en ti.
Deja de competir contra los demás y hazlo contra ti mismo, esa es la mejor manera de alcanzar el éxito. No te detengas cuando alcances tus objetivos, continúa con la labor de hacerte grande, y el éxito formará más tarde o más temprano parte de tu vida, pero llegará… tú eliges.